Como toda gran ciudad, Buenos Aires alberga misterios. En calidad de tales, muchos suelen ser desconocidos por los propios habitantes…o dar lugar a leyendas y mitos.
Pocos saben, por ejemplo, de la existencia de un túnel ferroviario que une la Estación Once del Tren Sarmiento con el Puerto. Construido en 1912, tenía por objeto transportar los granos que llegaban del campo al Puerto para su exportación
Pero esta es la publicación de una empresa cuyo objeto es el agua, los efluentes, el saneamiento. Así que abordaremos algunos misterios hídricos de Buenos Aires. El primero de ellos es el de los mega depósitos de agua potable, mejor dicho, potabilizada. Porque el agua nuestra de cada día, después de ser extraída del Río de La Plata y sometida a un eficiente proceso de potabilización es acumulada en cuatro grandes depósitos antes de ser distribuida a los domicilios. Estos depósitos se encuentran instalados en edificios cuya función, en tal sentido, es insospechable para el ciudadano que los contempla al pasar.
El más paradigmático de ellos es el Palacio de las Aguas, un magnífico edificio ubicado en la Avenida Córdoba, entre Riobamba y Ayacucho. Rodeada de una fachada de cerámicas complejamente ornamentadas, importadas de Bélgica. Alberga 12 tanques de agua capaces de contener 72 millones de litros de agua. Hablamos de 72 toneladas de líquido cuyos contenedores, a su vez, pesan 135000 toneladas! Hay otros 3 edificios con la misma función en la ciudad.
Además de los poco conocidos depósitos de agua potable, existen en la ciudad 80 inmensas chimeneas, construidas con ladrillos, rematadas con capiteles palaciegos, algunas de hasta 35 metros de altura. Es decir, la altura de un edificio de 5 pisos. Estas chimeneas de fines del S XIX y principios del XX funcionaban como ventilación de la entonces muy reciente red de cañerías cloacales. En el sistema se acumulaba gas metano que había que evacuar a gran altura para evitar olores desagradables, contaminación ambiental…y hasta posibles explosiones.
Declaradas Patrimonio Histórico, no pueden ser demolidas ni modificadas. AYSA tiene a su cargo su protección y mantenimiento. Son llamativas, bellas, ignoradas en su origen y función inicial y puede agregarse este “detalle”: dada la robustez de su estructura, su forma y altura, demolerlas sería difícil y más costoso que dejarlas en su lugar.
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